La economía mundial muestra un escenario complejo, con perspectivas poco alentadoras para varios países en la generación de empleo, producción, ingres
La economía mundial muestra un escenario complejo, con perspectivas poco alentadoras para varios países en la generación de empleo, producción, ingresos y demanda interna, por los aumentos en las tasas de interés de política monetaria, efectuados por los bancos centrales, en respuesta a la escalada de la inflación en 2022.
La subida de tasas de interés fue la respuesta ortodoxa de autoridades monetarias para aplacar la demanda interna de sus economías, es decir, disminuir el ritmo del consumo de hogares, inversión de empresas y compras gubernamentales.
Dos años después de la crisis generada por la pandemia del COVID- 19, cuando creíamos vislumbrar que la recuperación global con perspectivas de ascenso en varios indicadores económicos marcaba la consolidación de la “nueva normalidad”, se abrió una ruptura en febrero de 2022 con la guerra Rusia-Ucrania.
Hoy vemos un nuevo escenario con tensiones geopolíticas y reconfiguración de espacios de poder a nivel global, con consecuencias alcistas sobre los precios de energía, insumos agropecuarios y costo de transporte, generando un aumento del coste de vida, por las inusitadas tasas de inflación que, en varios países, superaron el 5% y en otros son ya de dos dígitos.
Las elevadas tasas de inflación generaron malestar en la población, especialmente en las clases medias y de bajos ingresos, que soportan el peso de este cambio repentino y brusco de las condiciones de vida, pues es un nuevo golpe a los bolsillos de quienes habían enfrentado fuertes problemas económicos, como efecto del COVID-19.
La respuesta de las autoridades a la inflación fue repetir un libreto muy común en la ortodoxia económica basado en aumentos continuos de tasas de interés para posponer el gasto del consumo de hogares y empresas, pero la pregunta es ¿los hogares dejan de consumir o posponen sus gastos básicos en alimentación, energía para la calefacción en duros inviernos y otros gastos indispensables para seguir sobreviviendo?
Parecería que ante la aplicación del freno de mano que provoca el ascenso de las tasas de interés, la respuesta es una contención del gasto de familias y del sector empresarial; si bien es cierto que los niveles de consumo tienden a disminuir, la gente tiene que seguir gastando en alimentos en niveles de sobrevivencia, pagar la energía para su calefacción o transporte para recorrer grandes distancias a costa de recortar otros gastos que sí incidirán en la caída de la actividad económica de otros sectores y, por ende, en los precios.
Las condiciones económicas y sociales se van deteriorando para varios hogares, con una inflación que baja muy lentamente, sin que reduzca significativamente el costo de vida, lo que hace muy difícil sostener esta situación, con una recesión en puertas en varias economías del mundo parece ser que la luz al final del túnel aún no es visible y muchas economías se decantan por bajar su actividad económica.
El FMI ha pronosticado que el menor crecimiento de 2023 será más parecido a un aterrizaje suave que a un bajón abrupto, pero dependerá de cómo encaren la inflación las autoridades económicas; actualmente, muchos bancos centrales parece que exageran en su terapia ortodoxa de seguir aumentando tasas de interés, con lo que están asegurando un escenario recesivo y de alto desempleo.
No por nada fue la molestia del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, al enterarse de que las autoridades del Banco Central de Brasil seguirán manteniendo elevadas las tasas de interés de política monetaria, cercanas a 13,75%, señalando: “No existe ninguna justificación para que la tasa de interés esté en 13,75%. Basta ver la carta del Copom [el Comité de Política Monetaria] para saber que ese aumento es una vergüenza”.
Ira y enojo que refleja el descontento no solo del presidente Lula, sino también de millones de hogares, por la aplicación de una terapia rígida que no hace más que confirmar que costará mucho al mundo recuperarse económicamente de manera rápida y efectiva.
Ante este panorama complicado, se guarda un cierto optimismo, cauteloso, de que la economía mundial no caiga de manera abrupta, por una inusitada demanda acumulada de China, impulsada por un “consumo revanchista” porque estuvieron los últimos tres años confinados por la política sanitaria de China de Cero COVID y que ahora saldrán a gastar todo lo que ahorraron en esos años.
Todo dependerá de cómo se pueda solucionar el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania; en tanto no haya una solución en puerta, será difícil establecer si la economía mundial podrá recuperarse sin sobresaltos.
El que varias autoridades de política económica hayan señalado que este fenómeno de la inflación, que comenzó a fines de 2021, fue simplemente de carácter transitorio, parece haber sido un desacierto, pues la efectividad para lograr una caída rápida de la inflación no ha sido para nada rápida.
El famoso economista Nouriel Roubini, apodado de “doctor catástrofe”, ha señalado que la actual inflación no es un fenómeno transitorio sino más bien estructural.
Otros expertos afirman que hay tres posibles escenarios para la actual economía mundial y, en especial, para la de Estados Unidos, entre los años 2023 y 2024:
1. Que la inflación descienda de manera paulatina, llegando a niveles cercanos a 2%, lo que se podría denominar una “desinflación inmaculada”, permitiendo la recuperación de la economía sin presiones a reivindicaciones salariales en el mercado laboral, que disipe toda duda de una recuperación sólida a nivel mundial; una proyección bastante optimista y confiada de que la terapia ortodoxa sí funciona, pero que ante todos los elementos adicionales que se van configurando en la economía se le asigna una probabilidad de éxito de 25%.
2. Que la inflación siga descendiendo, pero se estanque en niveles cercanos a entre 3% y 4% a finales de 2023 y obligue a las autoridades a destruir la recuperación de la economía con una aplicación más intensa de la medicina ortodoxa de aumentar nuevamente las tasas de interés y hacer converger la inflación a 2%.
Una alternativa será la de vivir con una inflación entre el 3% a 4%; a este escenario se le otorga 50% de probabilidad.
Al respecto, Bradford De Long atinó al señalar que la meta de 2% de la FED de USA era irrisoria, respondía a un capricho del entonces “maestro” y expresidente de la FED Alan Greenspan y que actualmente esa meta está desfasada.
3. Un último escenario es que la inflación tenga un comportamiento en forma de “U”, es decir, que descienda este año para luego volver a aumentar en 2024, con un mercado laboral norteamericano recuperado y la demanda agregada de China consolidada, que obligue a tomar nuevamente aumentos en tasas de interés; este escenario tendría una probabilidad de ocurrencia de 25%.
De todo esto se puede concluir que se cierne sobre el mundo un escenario de incertidumbre sobre la recuperación económica y es tal cual lo señalaba con bastante humor, pero con preocupación, el exsecretario del Tesoro Norteamericano Lawrence H. Summers: “No recuerdo una economía tan difícil de entender”.
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