En la actualidad, a nivel nacional, muchas empresas del rubro de alimentos están atravesando una situación económica complicada no solo por la emergen
En la actualidad, a nivel nacional, muchas empresas del rubro de alimentos están atravesando una situación económica complicada no solo por la emergencia sanitaria desatada por el Covid-19, sino también por la proliferación de productos de contrabando. Como consecuencia de lo anterior, las ventas de productos nacionales no se reactivan. Más al contrario, se han visto disminuidas significativamente, teniendo un impacto negativo en toda la cadena productiva del complejo lácteo. De este modo, se advierte un consumo que no se está reactivando y que más bien busca productos sustitutos de menor valor, en su mayoría de contrabando y de dudosa procedencia y manipulación, que puede llegar a afectar la salud de la población.
Impacto económico
Las empresas afiliadas del Núcleo Lácteo de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz – Bolivia
(Cainco), entidad que aglutina a pequeñas, medianas y grandes empresas del rubro, han manifestado una creciente preocupación por la reducción sostenida del consumo de lácteos en el país en los últimos años. Esta caída se puede evidenciar al comparar las cifras del mes de enero de este año con relación al del año anterior con una caída de más del 20% en las ventas y, en febrero, esta disminución alcanza a cerca del 10%. “Paralelamente, los Programas Sociales han sido afectados aproximadamente en un 20% en comparación con febrero del año anterior”, nos manifiestan representantes del núcleo.
La situación es preocupante puesto que, durante el año 2019 el consumo de leche cruda destinado al Subsidio Prenatal y de Lactancia fue de aproximadamente 2.609.494 litros mes, mientras que en el año 2020, el mismo consumo alcanzó aproximadamente los 1.866.498 litros mes, lo que implica una reducción de alrededor de 743.000 litros mes de consumo de leche cruda, dando un total estimado de 8.915.950 litros que se ha dejado de consumir vía Subsidio Prenatal y de Lactancia, que representa una pérdida aproximada de Bs29 Millones por año. Estas pérdidas se ven reflejadas con mayor fuerza en la pequeñas y medianas empresas.
Estas reducciones también se pueden observar en la Leche en Polvo. Como ejemplo, en diciembre de 2020 se comercializó aproximadamente 437 toneladas métricas (TM) de leche en polvo, con una diferencia negativa de aproximadamente un 32% respecto a diciembre de 2019, cuando se llegó a comercializar 638 TM. En enero de la gestión en curso (2021) se logró comercializar 419 TM que, en comparación al mismo mes del año 2020 donde se comercializó 475 TM, marca una diferencia negativa de aproximadamente un 12 %. La tendencia a la baja se muestra también en febrero del año 2021 con 277 TM vendidas, versus 409 TM comercializadas en febrero del año 2020, que en los hechos significa una reducción de más del 32%, una de las mayores caídas dentro de esta categoría en los últimos años.
Consumo per cápita en Bolivia y países vecinos
Eso no es todo, lo más preocupante es que los números muestran que el consumo de leche en Bolivia sigue siendo uno de los más bajos en la región y en el mundo.
Según datos oficiales, en nuestro país el consumo promedio per cápita de leche, actualmente, asciende a los 63 litros año, cuando en el 2006 el consumo no pasaba de los 27 litros por persona. Si bien estas cifras pueden parecer alentadoras, no debemos perder de vista que en varios países de la región el consumo anual por persona es superior en más del 100 por ciento. Uruguay es donde más leche se consume (240 litros promedio persona/año), seguido por Argentina 210, Brasil 160, Colombia 141, Chile 140, Paraguay 130, Ecuador 110 y Perú 87.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que para una adecuada nutrición los seres humanos tendríamos que ingerir, al menos, 160 litros de leche al año, mientras la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) habla de entre 120 y 140 litros/año, como lo mínimo requerido.
Contrabando: competencia desleal para la industria boliviana
A las reducciones de los paquetes lácteos del subsidio sin una justificación técnica, se suma el contrabando. Las personas que se dedican a esto cometen un delito que consiste en internar productos al país, sin el pago de los impuestos correspondientes para su comercialización en mercados locales a precios mucho más bajos que los productos hechos en Bolivia o importados legalmente. Esto a su vez, genera un gran perjuicio a las industrias formales bolivianas que se ven afectadas al competir con productos de ilegal procedencia, reduciendo en consecuencia sus ventas. De hecho, según datos de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), el contrabando en general mueve alrededor de $us 2.300 millones por año. Del mismo modo, de acuerdo a datos del Centro Boliviano de Economía de Cainco, el contrabando de ciertos productos alimenticios seleccionados llega aproximadamente a $us 400 millones por año.
“Los productos de contrabando afectan a todos los niveles de la cadena productiva del complejo lácteo, al reducir las ventas formales, se impide la proyección de crecimiento no solo de mercados sino de volúmenes de insumos y de acopio de leche cruda a nivel nacional. Adicionalmente, este delito genera pérdidas al erario nacional significativas, puesto que el Estado deja de percibir recursos por concepto de impuestos y lo que es más sensible es que, tales productos no tienen un control sanitario por parte de las autoridades competentes y, por ende, quien pierde y está en riesgo de su salud es el consumidor final porque, en definitiva, no existe ninguna garantía respecto a la calidad y a la inocuidad de los mismos”, sostienen un ejecutivo del núcleo.
En el país se ha detectado que existe una marcada presencia de productos del exterior que ingresan de contrabando con menores precios, en presentaciones comerciales similares a las nacionales, como también a granel; lo que afecta, de manera importante, no solo al consumo de lácteos de origen nacional, sino también al desempeño productivo y comercial de las pequeñas, medianas y grandes industrias, como también productores nacionales legalmente establecidos.
En esta perspectiva, las empresas que elaboran y comercializan productos nacionales, tienen un reto para ser cada vez más competitivas, buscando eficiencias en sus operaciones y logrando cada vez mayor escala. Sin embargo, es una tarea muy dura, debido a que la competencia es desigual cuando se trata de contrabando. En ese sentido, al margen de reforzar el control en las fronteras, se debería controlar también los mercados de abastecimiento, lugar donde se encuentran a la venta los alimentos sin la correspondiente autorización sanitaria.
«Seguiremos defendiendo nuestro mercado y la producción nacional»
Para el Núcleo Lácteo, los esfuerzos deben ser conjuntos entre el sector público y privado. Por un lado, las empresas se encuentran encarando el contrabando de productos alimenticios que ingresan a Bolivia (sobre todo en mercados mayoristas) con la presentación de nuevas ofertas y con el lanzamiento de renovadas estrategias de marketing en favor del consumidor final.
Pero también, la cadena productiva de la industria láctea requiere del apoyo del Estado para concretar una estrategia que les permita garantizar la producción nacional y dinamice la recuperación económica a través del incremento del consumo de leche per cápita y el resguardo de la producción nacional contra el contrabando.
En medio de este panorama, por ahora y con grandes esfuerzos, de acuerdo con datos del Núcleo, la recolección de leche cruda continúa estable y sostenible (alrededor de 26 millones de litros promedio mes). Sin embargo, preocupa que la caída de los volúmenes de venta en el mercado interno (Comercial y Programas Sociales) pueda en los siguientes meses obligar a reducir los volúmenes de acopio con el consiguiente impacto en las más de 10.000 familias productoras de leche a nivel nacional.
Aunque los márgenes de utilidad son reducidos debido al precio regulado de la materia prima que, en Bolivia, se mantiene como el más alto de la región, las industrias siguen con sus operaciones, aplicando políticas para que la leche cruda siga siendo acopiada y producida con elevados estándares de calidad.
“En definitiva, conscientes de la amplitud de toda la cadena de valor que involucra a miles de productores, 312 millones de litros de leche cruda acopiada al año, múltiples plantas industriales en todo el país que generan más de 5000 empleos directos e indirectos, flotas de distribución y logística de cientos de unidades y múltiples puntos de venta, las empresas asociadas al núcleo están apostando por la producción nacional y confían en que el panorama mejore con el apoyo y el compromiso del Estado.
Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz – Bolivia
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