El 2020 se recordará como uno de los peores años para la economía boliviana, ya que debido a la pandemia del Covid-19 y tendencias estructurales, el P
El 2020 se recordará como uno de los peores años para la economía boliviana, ya que debido a la pandemia del Covid-19 y tendencias estructurales, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se contraerá en -8,4% según estimaciones oficiales. Esta pérdida de unos 3.500 millones de dólares en comparación al 2019, año en el que el país registró su menor crecimiento (2,2%) en casi dos décadas. Este bajón del PIB es el peor en 67 años, ya que en 1953 la economía se contrajo -9,5% luego de la Revolución Nacional de 1952.
“En nuestras manos está sacar a flote al país y dar empleo a los más de 300.000 bolivianos que están cesantes, y para ello precisamos políticas públicas acorde a este desafío; sin embargo, nuevos tributos como el Impuesto a las Grandes Fortunas; las severas condiciones crediticias impuestas a un sector tan delicado, como el bancario; el retornar a las restricciones de exportación, y la posible abrogación de un Decreto para el pleno uso de la agrobiotecnología, no son las mejores señales para invertir, producir, generar más excedentes para exportar y reactivar la economía, sino que causan desasosiego”, indicó el Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Pedro Colanzi Serrate.
Extrema vulnerabilidad externa
En Conferencia de Prensa convocada al efecto, el IBCE hizo un balance de situación correspondiente a su sector, informando que “según el Índice Global de Actividad Económica (IGAE) la economía cayó -10,4% a septiembre; las exportaciones a octubre disminuyeron en 2.012 millones de dólares (-27%); las importaciones bajaron en -31%, a saber: combustibles (-53%), equipos de transporte (-37%); bienes de capital (-34%); alimentos y bebidas (-31%); suministros industriales (-27%) y bienes de consumo (-15%); a octubre se confirma un déficit comercial por sexto año consecutivo; la vulnerabilidad del sector externo provoca un impacto negativo sobre la economía por la dependencia de los recursos naturales extractivos y no renovables, como minerales e hidrocarburos, que cayeron en -36% y -25%, respectivamente. Debemos dejar de depender de materias primas y agregar valor, industrializar, apostar por las Exportaciones No Tradicionales como los alimentos; la exportación de carne de res es un ejemplo de lo que se puede hacer con un trabajo sinérgico público-privado”, indicó Colanzi.
“De dolor de cabeza a tabla de salvación”
“Si el sector externo es hoy un dolor de cabeza, el mismo puede ser la tabla de salvación de la economía, ya que si hacemos bien las cosas, con una política de promoción selectiva de exportaciones para traer dólares a Bolivia (focalizando en sectores de rápida reacción como el agropecuario, agroindustrial y forestal) y una política de sustitución competitiva de importaciones para ahorrar las divisas (producir biocombustibles, textiles, alimentos, maderas trabajadas y calzados de cuero), podemos volver a crecer generando superávit en la balanza comercial como antes, y recuperar los más de 10.000 millones de dólares que hemos perdido de las Reservas Internacionales Netas desde el año 2014; con ese mismo esfuerzo, podemos generar empleos dignos, formales y sostenibles, así como más tributos y divisas para el Estado”, aseveró el Presidente del IBCE, Pedro Colanzi.
Preocupaciones y lecciones aprendidas
“De acuerdo al IGAE del INE a septiembre, la agropecuaria creció casi 2% a diferencia de casi todos los sectores que decrecieron; hay una lección aprendida en esto: pese a la pandemia y la cuarentena, los productores del agro cumplieron con el país; no solo que no hicieron faltar el alimento en la mesa de los bolivianos sino que generaron excedentes para alimentar a millones de personas en el mundo, logrando una balanza comercial agropecuaria favorable a octubre”, reflexionó Colanzi.
“Pese a la gran necesidad de una concertación público-privada, preocupa lo que vemos: se elimina la libre exportación, principalmente de productos agrícolas, y se anuncia la posible abrogación de un Decreto para abreviar plazos y aprobar nuevos eventos biotecnológicos que precisamos para soya, algodón, maíz, caña de azúcar y trigo. Es de esperar que no lo hagan, pues de darse tal situación, se diluirá la posibilidad de que Bolivia vuelva a crecer como lo hizo durante el auge; es más, se podría esperar que las RIN sigan cayendo y se dé innecesariamente una presión sobre el tipo de cambio. ¿No queremos devaluar? Entonces demos las condiciones para exportar alimentos a un mundo ávido de proteína vegetal como la soya o de proteína animal, como las carnes”, concluyó el Presidente del IBCE.
IBCE
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