En primer lugar, es necesario analizar la solidez de nuestro sistema financiero y su capacidad para resistir fenómenos como la sobre demanda de dólare
En primer lugar, es necesario analizar la solidez de nuestro sistema financiero y su capacidad para resistir fenómenos como la sobre demanda de dólares. En la gestión 2022, el sistema financiero boliviano registró un crecimiento del 6,1% en la cartera de depósitos y del 7,7% en la cartera de créditos, lo que refleja su fortaleza y solidez.
El 75% de los depósitos se concedieron en la modalidad a plazo fijo, lo que demuestra la preferencia de los bolivianos por inmovilizar sus recursos para seguir impulsando sus actividades. Estos depósitos se constituyen principalmente en plazos mayores a un año, que permite que las entidades financieras utilicen estos recursos para aumentar la cartera de préstamos.
En cuanto a la distribución de la cartera nacional, el departamento de La Paz es el principal generador de ahorro, seguido por Santa Cruz y Cochabamba. Además, el número de cuentas de ahorro aumentó en más de 1,7 millones en 2022, alcanzando más de 14,8 millones de clientes, lo que representa un aumento del 8,6% con respecto a 2021.
Por otro lado, el sector productivo concentra el 65% de los préstamos, mientras que el 35% restante se destina a vivienda y consumo. En cuanto al número de prestatarios, se registró un aumento de 140.000 cuentas entre 2021 y 2022, el índice de morosidad se mantiene bajo en 2,2%.
Basándonos en la sólides de nuestro Sistema Financiero, entendemos el proceso económico actual del país, comprende en tres pilares fundamentales. El primero se centra en abastecer y mantener satisfecho el mercado interno, lo que se logra gracias al impulso de las subvenciones a los hidrocarburos.
El segundo se enfoca en la generación de industria y valor agregado a las materias primas a través de la inversión pública, priorizando el mercado interno y generando excedentes para la exportación.
El tercero es la independencia económica, aprovechando los recursos naturales del territorio en favor de los bolivianos y evitando depender de políticas de otros países.
Por último, es importante destacar que no debemos depender de modelos económicos perjudiciales como el de Estados Unidos, que solo piensan en su macro y olvidan a sus ciudadanos.
Es necesario construir un modelo económico con soberanía, aprovechando los recursos naturales que ofrece el territorio favorable a los bolivianos y generando empleo, manteniendo el poder adquisitivo de los trabajadores y apoyando a todos los que forman parte de los procesos productivos.
Es importante tener en cuenta que la inflación se mantiene bajo control, cerrando en febrero de 2023 con un -11% y un Índice al Precio al Consumidor (IPC), de -0.4%, que regula el crecimiento de precio de algunos alimentos en el cierre del 2022.
Respondiendo a la última pregunta, es importante que no dependamos de economías nefastas, en crisis, que solo piensan en su macroeconomía y se olvidan de sus ciudadanos, dejándolos en una situación económica desesperada, mientras intentan salvar bancos que financian armamentos y guerras, para generar recursos perversos y reducir su inflación. Esta práctica condena a los trabajadores a vivir en las calles.
Pienso que ningún boliviano desea esta realidad. Por lo tanto, nuestro modelo económico es empático con los ciudadanos, profundiza la bolivianización y mantiene estable el tipo de cambio a través de políticas económicas concretas, como la Ley del Oro.
Esta ley permitirá que las Reservas Internacionales Netas (RIN) aumenten rápidamente, lo que facilitará una mayor inversión en salud, educación e infraestructura, y apoyará directamente al sector productivo.
La labor del Estado es garantizar la bolivianización y no permitir que los rumores de analistas incendiarios difundan mentiras sobre el proceso económico y nos lleven a caer en ciclos inflacionarios siendo realidad de otros países de la región.
Martin Moreira Analista Económico
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