¿Un futuro de privatización o desarrollo sostenible? El reto de las elecciones

¿Un futuro de privatización o desarrollo sostenible? El reto de las elecciones

Por: Martin Moreira Forma Parte de la Red Boliviana de Economía Política Estas semanas han estado marcadas por una intensa polarización entre l

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Por: Martin Moreira

Forma Parte de la Red Boliviana de Economía Política

Estas semanas han estado marcadas por una intensa polarización entre los candidatos de la derecha, cuyo discurso se apoya en encuestas manipuladas y verdades a medias para generar inestabilidad. Sus propuestas económicas reflejan una clara intención de retornar al modelo neoliberal, promoviendo la privatización y la subordinación de lo social a lo económico, lo que históricamente ha condenado a las clases más vulnerables a la pobreza. Mientras tanto, el gobierno actual continúa enfrentando bloqueos políticos, pero avanza en la industrialización del país con proyectos estratégicos en hidrocarburos, siderurgia y agroindustria. En este escenario, la contienda electoral no solo definirá el futuro político de Bolivia, sino también el rumbo de su soberanía económica y su modelo de desarrollo.

Estas semanas han estado altamente polarizadas entre los candidatos de la derecha. Es sorprendente cómo sus analistas y medios afines lanzan mentiras para generar desestabilización. Sus propuestas no son más que una copia de lo que ocurrió en Bolivia durante la época del neoliberalismo: capitalización, dependencia económica y subordinación de lo social a lo económico, condenando a las clases vulnerables a vivir en la pobreza.

Las encuestas y las verdades a medias se convierten en una medición de quién se llevará «la torta», es decir, todo lo que se sembró durante el gobierno de Arce: inversión en recursos naturales estratégicos, cambio en la matriz productiva de Bolivia e implementación de reformas económicas clave, como la Ley 1503 de Fortalecimiento de las Reservas Internacionales.

Ahora vemos mediciones como la última que se viralizó en el enjambre de las redes sociales. En estos espacios «democráticos», donde abundan las mentiras, es crucial tener una mirada sólida para distinguir la verdad. Fuera de ese debate, cuando veo a Doria Medina (“El Quencha” o “El Carajo, no me puedo morir”) con un 18%, a Jorge «Tuto» Quiroga (“Quico”) con un 16%, a Manfred Reyes Villa (“Bombón”) con un 13% y a su aliado Chi Hyun Chung (quien piensa que las mujeres están hechas para servir a los hombres, que va en sintonía con socio el ex militar), con un 11%, me pregunto: ¿Serán estas encuestas manipuladas y sectorizadas como una estrategia de marketing? ¿Qué están ofreciendo realmente? ¿Hay algo nuevo en la derecha que no se haya implementado en el pasado a base de imposiciones, leyes manipuladas y mentiras para vender el país?

Todos estos políticos han presentado sus planes de gobierno, pero lo único que encontramos es un reciclaje de propuestas. Políticos que llevan años minando la gestión económica del país apenas logran un 18% en las encuestas porque su único plan es el retorno al FMI, la privatización y la venta del país en cuotas. No hay innovación ni desarrollo en su modelo, solo la repetición de errores del pasado: Doria Medina rematando Soboce que se la adueño con la capitalización de las empresas del Estado y luego la vendió en una suma millonaria a un consorcio peruano el Grupo Gloria, Quiroga agotando los fondos de las AFP en 2001 y su socio y amigo Sánchez de Lozada aplicando el impuestazo en 2002 para salvar el desastre económico que hizo Quiroga. Reyes Villa, acusado de corrupción, aún enfrenta procesos pendientes.

Los programas de gobierno de esta derecha liberal buscan modernizar la economía boliviana, pero carecen de una planificación sólida y podrían profundizar la dependencia del país en actores externos, incluyendo organismos financieros internacionales. La propuesta de repartir acciones de empresas estatales entre los ciudadanos parece atractiva, pero en la práctica resultaría insostenible. La fragmentación de la propiedad dificultaría la toma de decisiones estratégicas y facilitaría la venta de estas empresas a intereses transnacionales.

Además, estos programas adoptan un tono excesivamente polarizador, centrando su discurso en la confrontación con el gobierno actual en lugar de ofrecer soluciones inclusivas. Este enfoque impide generar consensos y refuerza la división política y social.

En términos económicos, su base es el endeudamiento con el FMI, lo que limita la capacidad del Estado de participar en la cadena productiva. La consecuencia inmediata sería la venta de empresas estratégicas, la eliminación de bonos y subsidios, y el incremento del costo de vida. Se proyectan aumentos en los precios de los alimentos de hasta un 100% y en las tasas de interés de hasta un 250%.

Por otro lado, su propuesta de diversificación económica carece de detalles sobre inversiones a largo plazo o políticas de infraestructura que garanticen su éxito. La excesiva dependencia de la inversión extranjera sin salvaguardas adecuadas podría llevar a la sobreexplotación de los recursos naturales, debilitando la soberanía económica del país.

Históricamente, el FMI ha impuesto medidas de austeridad que afectan el gasto social y la estabilidad económica de los países que acuden a él. Sin un plan de autonomía financiera, Bolivia correría el riesgo de condicionar su crecimiento a los intereses de organismos externos, perdiendo soberanía sobre sus decisiones económicas.

Dentro de esta encuesta, aparece Andrónico Rodríguez, señalado como el candidato afín a Evo Morales o, como algunos lo llaman, «el Mandado de Evo», lo que ha generado dudas sobre su independencia y visión política. Sin embargo, sería importante que logre desmarcarse de esa percepción y presente propuestas claras para el bienestar del país. Por otro lado, Luis Arce sigue enfrentando el bloqueo económico impuesto por la Asamblea Plurinacional, tanto en la asignación de recursos como en la aprobación de leyes. Cabe destacar que, hasta el momento, ninguno de los dos ha oficializado su candidatura ni presentado un plan de gobierno, lo que preocupa a una derecha liberal sin propuestas concretas, cuya única estrategia parece ser la explotación y venta del país. A pesar de los obstáculos, la gestión de Arce ha avanzado en la transformación productiva y la industrialización de Bolivia, demostrando una apuesta clara por el desarrollo económico sostenible.

Uno de sus principales logros es la implementación de un plan de reactivación del upstream, con resultados concretos como el descubrimiento del campo Mayaya Centro por parte de YPFB en el Subandino Norte de Bolivia, cuenca Madre de Dios. Este hallazgo se encuentra entre los 10 principales descubrimientos de petróleo y gas del mundo en la gestión 2024, según un ranking de S&P Global Commodity Insights, según informaron desde Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).

Otro hito importante es el Complejo Siderúrgico del Mutún, que está integrado por siete plantas: Concentración, Peletización, Reducción Directa del Hierro (DRI), Acería, Laminación, Eléctrica y de Servicios Auxiliares (acueducto, gasoducto, laboratorio, plantas de licuefacción y oxígeno).

De estas siete plantas, seis ya han sido construidas; la única pendiente es la de Reducción Directa del Hierro (DRI), cuya finalización está prevista para finales de este mes. Las plantas de Concentración, Peletización, Acería y Laminación forman parte de la cadena productiva, y salvo la DRI, ya están listas para entrar en operación. Se han realizado pruebas en vacío y con carga, y actualmente se están realizando algunos ajustes.

Las plantas de Concentración y Peletización, permitiendo la producción y comercialización de pélets, con compradores confirmados en Argentina y Brasil. Las plantas de Acería y Laminación iniciarán su producción a principios del próximo mes.

Para abril, se prevé una producción de entre 2.000 y 3.000 toneladas de acero, con un incremento progresivo hasta alcanzar cerca de 14.000 toneladas en noviembre y diciembre. Para enero de 2026, la producción llegará a 18.000 toneladas mensuales, alcanzando la capacidad máxima del complejo de 200.000 toneladas anuales.

Además, se han desarrollado otras plantas clave en el sector de los fertilizantes, minería, química básica y la agropecuaria, fortaleciendo la industrialización del país.

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