Resiliencia económica de Bolivia en un contexto regional desafiante

Resiliencia económica de Bolivia en un contexto regional desafiante

En medio de riesgos de deterioro en las perspectivas económicas de América Latina y el Caribe, como tensiones financieras mundiales e inflación persis

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En medio de riesgos de deterioro en las perspectivas económicas de América Latina y el Caribe, como tensiones financieras mundiales e inflación persistente, Bolivia destaca como un caso excepcional. Durante el primer semestre de 2023, el país experimentó un crecimiento económico del 2,3 %, impulsado por la apuesta al mercado interno y la diversificación de su matriz exportadora. Sectores como servicios, transporte, electricidad y construcción han mostrado un fuerte desempeño, generando emprendimiento y sustitución de importaciones. A pesar de desafíos en el comercio exterior debido a factores internacionales, como la disminución de precios del gas, Bolivia ha encontrado soluciones innovadoras, como la exportación de litio y fertilizantes, para impulsar su economía. La gestión fiscal eficiente y la reducción de costos de importación también han contribuido al crecimiento. A medida que Bolivia se acerca al cierre del año con ambiciones en el sector minero y perspectivas positivas en energía, su resiliencia económica se destaca como un ejemplo inspirador en la región.

En un panorama económico global marcado por posibles tensiones financieras mundiales y la persistente amenaza de la inflación local, América Latina y el Caribe enfrentan una serie de riesgos de deterioro que podrían impactar significativamente en su crecimiento económico. Las tensiones geopolíticas, los conflictos y los disturbios sociales, así como los desastres naturales a consecuencia del cambio climático, se alzan como sombras sobre la región. En este contexto, se proyecta que el crecimiento económico para la región se reduzca al 1,5 % en el año 2023.

Sin embargo, emerge un rayo de esperanza y resiliencia desde el corazón de América Latina: Bolivia. Durante el primer trimestre del año, la nación andina experimentó un crecimiento económico del 2,3 %, un logro que sobresale en medio de la incertidumbre regional. ¿Cuál es el secreto detrás de este éxito y qué lecciones podemos extraer?

La apuesta valiente del estado boliviano al mercado interno ha resultado ser una estrategia acertada. Con un crecimiento del 10,1 % en el sector, queda claro que son los bolivianos quienes están impulsando su propia economía. Esta apuesta ha generado una vibrante circulación de emprendimiento, promoviendo la tan anhelada sustitución de importaciones. Sectores clave como los servicios, el transporte, la electricidad, la construcción y los servicios financieros han demostrado un desempeño destacado, contribuyendo a un sólido crecimiento económico.

La inflación controlada en el primer semestre, registrando apenas un 0,8 %, no solo protege el mercado interno, sino también el poder adquisitivo de los trabajadores en diversos sectores. Este logro es crucial para mantener el equilibrio económico y garantizar que los beneficios del crecimiento se extiendan de manera equitativa a lo largo y ancho del país.

Si bien las exportaciones se han visto afectadas por un contexto internacional adverso, con una disminución del 7,8 % en el comercio exterior, existen razones sólidas para ser optimistas. El ingreso del litio en el segundo semestre, con la inauguración de una planta, proyecta la exportación de 15.000 toneladas de este mineral. Los fertilizantes, encabezados por la Urea, y la diversificación de la matriz exportadora agropecuaria prometen mayores oportunidades comerciales gracias a nuevas alianzas internacionales gestionadas por el Estado.

La reducción en las exportaciones de gas debido a la caída de los precios a nivel mundial ha sido contrarrestada por el crecimiento sustancial en la venta de Urea. Este impulso en la industria de los fertilizantes establece una base sólida para la construcción de una nueva matriz exportadora.

En el ámbito energético, Bolivia ha demostrado un progreso significativo tanto en el mercado interno como en el externo. La generación de más de $us 1.000 millones en el sector energético durante el primer semestre es un testimonio de la inversión y la colaboración efectiva entre el sector público y privado. La conversión de residuos agrícolas en energía eléctrica es un ejemplo inspirador de cómo la innovación puede impulsar la sostenibilidad y la prosperidad.

El cluster minero tiene grandes ambiciones para el cierre del año, apuntando a cifras similares a las del 2022 en exportaciones. Este sector, sumado a otros esfuerzos de diversificación, promete robustecer aún más la economía boliviana.

Es alentador observar cómo el Estado boliviano está comprometido en reducir el gasto fiscal de manera inteligente. La disminución en los costos de importación de la gasolina es un testimonio tangible de este compromiso, generando ahorros significativos que se destinan a impulsar otros sectores clave.

A medida que avanzamos hacia el final del año, las perspectivas para Bolivia son cada vez más prometedoras. El enfoque en el mercado interno, la diversificación de la matriz exportadora y la eficiente gestión fiscal son pilares que sustentan este crecimiento y éxito continuos. En un panorama regional de desafíos, Bolivia se erige como un faro de esperanza y un ejemplo a seguir para la región. Su capacidad para navegar con destreza en aguas económicas turbulentas es un recordatorio inspirador de que el potencial de América Latina es verdaderamente ilimitado.

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