Por: Martin Moreira La economía es un factor crucial en la dinámica política, pero en contextos de alta polarización, algunos sectores optan por di
Por: Martin Moreira
La economía es un factor crucial en la dinámica política, pero en contextos de alta polarización, algunos sectores optan por distorsionar la realidad y sembrar el miedo mediante estrategias de «terrorismo económico». Estas tácticas buscan manipular la opinión pública y generar inestabilidad, utilizando la desinformación como arma para debilitar la confianza de la población en las políticas gubernamentales. En un escenario de incertidumbre, donde la verdad se ve eclipsada por la especulación, es vital analizar las acciones concretas que se están implementando para estabilizar y fortalecer la economía del país, enfrentando tanto los retos externos como los internos.
La economía sigue siendo un factor decisivo en la política, pero en ocasiones, la visión partidaria puede sobrepasar lo económico, utilizando estrategias que buscan generar miedo e inestabilidad social a través de actos de «terrorismo económico». Estos ataques apuntan a lo más sensible para la gente: su economía. Como resultado, nos enfrentamos a un bombardeo constante de información, que abarca desde opiniones basadas en mentiras hasta discursos cuyo único propósito es desinformar y generar zozobra.
En este contexto, algunas fuerzas políticas recurren al mal uso de micrófonos o redes sociales para sembrar el miedo y manipular la opinión pública, utilizando el terrorismo informativo para intimidar y confundir. Esta situación cobra mayor relevancia si se considera la creciente polarización en las principales democracias del mundo, un fenómeno que intensifica el procesamiento partidista de la realidad, a menudo a través de mecanismos de mediatización que distorsionan los hechos, consolidando lealtades políticas basadas en verdades a medias o directamente en mentiras.
En estos entornos polarizados, los partidos que se benefician de la dinámica del conflicto tienden a posicionar temas identitarios en el centro del debate público. Esto tiene el efecto de simplificar las decisiones del electorado, desplazando cuestiones menos emocionales o más propias de la gestión técnica, que muchas veces requieren de una discusión más racional y desapasionada.
En el país conviven dos realidades. Una, que construye respuestas ante la situación económica actual, exige soluciones concretas y efectivas para aliviar el malestar creciente. La otra, que bloquea créditos, miente, genera especulación y obstaculiza, todo con el fin de llegar al poder a cualquier costo, incluso si eso significa sacrificar el bienestar del pueblo boliviano. En este contexto, el gobierno ha implementado una serie de iniciativas que buscan no solo estabilizar la economía, sino también generar un crecimiento sostenible a largo plazo.
Inversión en hidrocarburos y exploración
Uno de los pilares de esta estrategia es el Plan de Reactivación de Upstream, cuyo objetivo es explorar 56 nuevos pozos. A diferencia de gobiernos anteriores, la actual administración ha logrado avances tangibles. Entre 2021 y 2024, se aprobaron 26 pozos, de los cuales 16 ya han sido ejecutados, con seis resultados positivos, incluido el prometedor megacampo Mayaya. Esto marca un paso significativo hacia la autosuficiencia energética y una posible recuperación de las exportaciones de hidrocarburos.
Biocombustibles
Otro frente estratégico es el desarrollo de biocombustibles. La apertura de la primera planta de biodiésel en Santa Cruz, junto con la futura construcción de una planta similar en El Alto, evidencia la voluntad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles importados. Para 2026, se proyecta que estas plantas puedan reemplazar hasta el 90% de las importaciones de gasolina y diésel, lo que representaría un alivio significativo para las finanzas del país.
Industrialización y sustitución de importaciones
La industrialización con sustitución de importaciones es clave para romper la dependencia de productos extranjeros. El plan gubernamental incluye la construcción de más de 170 plantas industriales en todo el país, enfocadas en sectores clave como la industria del litio, la química básica y el agropecuario. Esta estrategia no solo busca generar empleo y dinamizar la economía local, sino también reducir el gasto en importaciones, fortaleciendo la balanza comercial.
Soluciones a corto plazo
Ante la urgencia de la crisis, el gobierno también ha implementado medidas inmediatas. Estas incluyen incentivos para que el sector privado importe combustibles, el refuerzo de la lucha contra el contrabando de diésel y el estímulo a las exportaciones. Además, la reciente autorización del uso de criptomonedas y la creación de una ventanilla única de comercio tienen el potencial de acelerar los trámites y facilitar el comercio exterior, lo que puede inyectar liquidez en la economía de manera rápida.
Es claro que estas medidas buscan no solo mitigar los efectos del malestar actual, sino también sentar las bases para un futuro económico más estable y menos dependiente de factores externos. Sin embargo, su éxito dependerá de una ejecución eficiente y de la capacidad de generar consenso político y social en torno a estas soluciones.
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