Por: Martin Moreira Forma parte de la Red Economía Política Boliviana El PGE 2025 no solo es un ejemplo de equilibrio fiscal, sino también de u
Por: Martin Moreira
Forma parte de la Red Economía Política Boliviana
El PGE 2025 no solo es un ejemplo de equilibrio fiscal, sino también de una gestión orientada al desarrollo económico y social del país. Los gastos corrientes, lejos de ser un obstáculo, son una herramienta que impulsa la producción y garantiza el bienestar regional. Críticas que no consideran el contexto y los datos completos carecen de peso. La discusión debe centrarse en mejorar la eficiencia del gasto, no en deslegitimarlo sin fundamentos.
El Presupuesto General del Estado (PGE) 2025 presenta una estructura que, como cada año, genera debate. Los gastos corrientes, que representan el 58,8% del total, son el principal foco de críticas por parte de analistas y gremios como el Colegio de Economistas de Santa Cruz. La principal acusación es que estos gastos superan el 50% de los recursos, supuestamente en detrimento de la inversión pública. Sin embargo, al analizar los datos presentados, esta narrativa se diluye frente a la realidad.
Un presupuesto equilibrado y con superávit
El PGE 2025 asciende a Bs 296.566 millones en su total consolidado y Bs 369.341 millones en su total agregado, un crecimiento de 8,5% y 11,7% respecto a 2024. La macroeconomía muestra que el manejo económico del país ha permitido que los ingresos corrientes, estimados en Bs 175.232 millones, cubran el 59,1% de lo presupuestado, mientras los gastos alcanzan Bs 174.235 millones (58,8% del total), generando un superávit de Bs 997 millones.
Esta tendencia de equilibrio no es un hecho aislado. En 2022 y 2023, los ingresos superaron a los gastos en aproximadamente un punto porcentual. En 2024, los ingresos corrientes representaron el 46,6% del PIB y los gastos el 45,4%. Para 2025, las cifras proyectadas son similares: 46,2% y 45,9%. Estos indicadores refutan cualquier argumento de un desbalance estructural en la economía nacional.
Gastos corrientes: un impulso al aparato productivo y las regiones
Contrario a la idea de que los gastos corrientes son un simple drenaje de recursos, el 24,6% (Bs 73.081 millones) está destinado a la operación de empresas públicas, incentivando la producción y generando ingresos. Ejemplo clave es YPFB, que recibe Bs 37.793 millones para exploración, explotación, mantenimiento y soberanía energética.
En el ámbito regional, los gastos corrientes también juegan un papel clave. Bs 51.895 millones se destinan a sueldos y salarios, de los cuales más del 80% benefician directamente a las regiones, cubriendo a sectores esenciales como salud, educación, fuerzas armadas y policía. Además, solo el 2,4%, Bs 1.270 millones de este rubro se asigna al nivel central.
Distribución de recursos y su impacto
La distribución de los recursos en el PGE 2025 está claramente orientada a áreas prioritarias:
- Salud y educación: 54,4% (Bs 28.232 millones).
- Militares y policías: 11,2% (Bs 5.835 millones).
- Entidades descentralizadas autónomas: 9,3% (Bs 4.828 millones).
- Universidades públicas: 7,5% (Bs 3.895 millones).
- Empresas públicas: 6,8% (Bs 3.551 millones).
Esta composición refleja una visión que prioriza el fortalecimiento del aparato estatal y el desarrollo regional, desmitificando la crítica de que los gastos corrientes son ineficientes o excesivos.
El mito de la centralización
Una de las principales críticas de los gremios empresariales es que los gastos se concentran en el nivel central. Sin embargo, el análisis detallado muestra que esta afirmación carece de sustento. Los gastos destinados al Órgano Ejecutivo son apenas Bs 1.270 millones, un 2,4% del total. La mayor parte de los recursos se redistribuye a las regiones, fortaleciendo sectores claves.
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