“Exportar o morir”: ¿Una consigna liberal o una visión incompleta del desarrollo económico?

“Exportar o morir”: ¿Una consigna liberal o una visión incompleta del desarrollo económico?

Por: Martin Moreira Forma parte de la Red Boliviana de Economía Política Cuando se afirma que Bolivia debe “exportar o morir”, se recurre a una

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Por: Martin Moreira

Forma parte de la Red Boliviana de Economía Política

Cuando se afirma que Bolivia debe “exportar o morir”, se recurre a una frase poderosa, pero no necesariamente soberana. Esta lógica, repetida por varios candidatos y sectores de corte liberal, plantea una dicotomía entre sobrevivir en la economía global o desaparecer. Sin embargo, la realidad económica de Bolivia —y del mundo— es mucho más compleja. La verdadera estrategia de desarrollo debe equilibrar el impulso exportador con el fortalecimiento del mercado interno, especialmente en una economía en la que el autoabastecimiento alimentario y la producción de insumos básicos son vitales para la estabilidad social.

Las exportaciones: motor externo del crecimiento

Nadie cuestiona la importancia de las exportaciones. Son una fuente clave de divisas, fortalecen las Reservas Internacionales Netas (RIN), facilitan la importación de bienes de capital y tecnología, y abren oportunidades en nuevos mercados y alianzas estratégicas. Bolivia ha sabido consolidarse como un actor relevante en el comercio internacional, destacando en la exportación de productos como carne, aceite crudo y refinado, harina y cascarilla de soya, azúcar, alcohol y minerales, todos ellos con una demanda sostenida en el mercado global.

Pero esta fortaleza debe ir acompañada de políticas coherentes que potencien la producción sin sacrificar el abastecimiento interno. Por ejemplo, en el sector agropecuario, la implementación de biotecnología y Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en productos de exportación puede incrementar la productividad sin comprometer la seguridad alimentaria nacional. Para ello, se requiere una planificación integral que priorice primero el abastecimiento interno y luego canalice excedentes hacia mercados internacionales.

El modelo minero: una oportunidad desaprovechada

Bolivia también posee un enorme potencial en el sector minero, especialmente en minerales estratégicos como el litio, el zinc, la plata y el estaño. Sin embargo, las exportaciones mineras no han crecido en volumen con la misma fuerza que otros sectores, principalmente por contratos poco atractivos para inversionistas o poco beneficiosos para el Estado.

Una propuesta viable es estructurar los contratos mineros bajo un modelo similar al hidrocarburífero: participación mayoritaria del Estado (51%) y 49% para el inversor, acompañado de regalías del 11% para las regiones productoras, tal como lo establece la Constitución Política del Estado. Este enfoque permitiría no solo atraer inversión privada bajo reglas claras y soberanas, sino también generar divisas de manera sostenida, aumentando las reservas internacionales y combatiendo eficazmente el mercado paralelo del dólar.

El mercado interno: la base de la estabilidad

En el entusiasmo por “exportar o morir”, muchos olvidan que los bolivianos comemos. Literalmente. No hay modelo económico sostenible sin garantizar el acceso de la población a alimentos, insumos básicos, servicios y empleo. El mercado interno no es un espacio secundario, sino el corazón del tejido social y productivo.

En sectores como la agroindustria, la producción debe planificarse en función de las necesidades del consumo interno y, sobre esa base, desarrollar excedentes exportables. De lo contrario, el país puede caer en la trampa de producir para el exterior mientras su población enfrenta escasez o altos precios.

Lecciones del mundo desarrollado: mercado interno primero

Los ejemplos internacionales son claros. Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han construido economías robustas sobre la base de grandes y sólidos mercados internos. La UE, a través del Mercado Único, ha priorizado la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas dentro de sus fronteras, haciendo del comercio intraeuropeo el pilar de su crecimiento. Las exportaciones al resto del mundo son importantes, pero secundarias respecto al comercio entre sus propios miembros.

Estados Unidos, por su parte, también ha privilegiado históricamente su mercado interno. Con políticas que protegen industrias estratégicas y aseguran el acceso a bienes y servicios para su población, mantiene una economía dinámica donde el consumo interno representa la mayor parte de su Producto Interno Bruto (PIB). Solo después de garantizar esa base sólida, promueve sus exportaciones, liderando en servicios y bienes como petróleo, vehículos y maquinaria.

Bolivia: ¿por qué no ambas cosas?

La discusión no debe ser entre exportar o morir, sino entre crecer con equilibrio o caer en la dependencia. Bolivia necesita exportar más, sí, pero con soberanía y estrategia. Y también necesita alimentar y abastecer a su población de forma sostenible.

La propuesta más sensata es impulsar la productividad agropecuaria con foco en el mercado interno, mientras se abren nuevos mercados internacionales para productos clave. En minería, reestructurar los contratos para garantizar ingresos al Estado sin desalentar la inversión. En energía, asegurar el abastecimiento nacional y al mismo tiempo ampliar mercados de exportación de electricidad y gas con contratos más inteligentes y previsibles.

Conclusión: ni dogma liberal ni autarquía

Exportar es necesario, pero no suficiente. Morir tampoco es opción. El verdadero desafío para Bolivia es construir una economía mixta, productiva y soberana. El país debe recuperar su capacidad de planificación y visión estratégica, donde el mercado interno se articule con las exportaciones, donde los excedentes se generen por aumento de productividad y no por desatención a la población.

Las divisas deben llegar, pero no a costa del hambre ni del desempleo. Se trata de producir más, pero también de distribuir mejor. De generar riqueza, pero también de fortalecer el tejido social. Y eso, ni el dogma neoliberal ni el estatismo ciego lo garantizan. Solo una visión nacional de desarrollo, basada en la soberanía productiva, puede evitar que el país tenga que escoger entre exportar o morir.

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