El sector ganadero de Bolivia: Producción, exportación y la necesidad de regular los intermediarios

El sector ganadero de Bolivia: Producción, exportación y la necesidad de regular los intermediarios

Por: Martin Moreira Forma parte de la Red Economía Política Boliviana Bolivia ha consolidado su posición como un productor relevante de carne va

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Por: Martin Moreira

Forma parte de la Red Economía Política Boliviana

Bolivia ha consolidado su posición como un productor relevante de carne vacuna, con una producción de 320.000 toneladas en 2024, de las cuales 290.000 son destinadas al consumo interno y 30.000 a la exportación. Esta capacidad de exportación se mantiene gracias a un inventario ganadero de 11,4 millones de cabezas, lo que garantiza un excedente para el mercado externo sin afectar el abastecimiento local. El aumento en los precios de la carne se debe a factores como la especulación de los intermediarios, el contrabando y fenómenos como las sequías y la escasez de diésel debido a los bloqueos, aunque estos últimos son temporales. La falta de control sobre los intermediarios ha generado márgenes de ganancia injustificados que elevan los precios para los consumidores. Por lo tanto, la regulación del sector y el control de la cadena de suministro son esenciales para mantener la estabilidad del mercado interno y aprovechar las oportunidades de exportación, lo que no solo beneficia a la economía nacional, sino que también refuerza la competitividad del país en el ámbito internacional.

En 2024, Bolivia se posiciona como un productor significativo de carne vacuna, con una producción estimada de 320.000 toneladas anuales. De esta cantidad, 290.000 toneladas están destinadas al consumo interno, mientras que 30.000 toneladas se exportan a mercados internacionales.

La planificación anual de la producción se basa en un robusto inventario ganadero de 11,4 millones de cabezas de ganado, lo que permite garantizar un excedente de 70.000 toneladas de carne. De este excedente, al menos 50.000 toneladas pueden destinarse a la exportación sin comprometer el abastecimiento interno.

Este equilibrio entre consumo interno y exportación demuestra que Bolivia cuenta con suficiente carne para satisfacer las necesidades del mercado local y, al mismo tiempo, aprovechar oportunidades comerciales en el exterior. Este modelo no solo fortalece la economía nacional, sino que también consolida la posición del país como un proveedor confiable en la región.

¿Por qué sube el precio de la carne de res?

El sector ganadero recibe subsidios, como el maíz por parte del Estado, harina de soya y cascarilla de la industria oleaginosa. Sin embargo, diversos factores han contribuido al aumento del precio de la carne de res. Entre las posibles causas se incluyen fenómenos temporales como las sequías, la escasez de diésel debido a los bloqueos y el incremento de los costos de los insumos. No obstante, el mayor impacto en la escasez y la especulación de los precios se debe al contrabando inverso de carne y ganado en las fronteras con Argentina y Perú.

Una de las razones fundamentales para la existencia del contrabando y el aumento en el precio de la carne es la especulación por parte de los intermediarios. Realicemos un pequeño ejercicio matemático para observar el impacto de la falta de control en este eslabón de la cadena de suministro. El intermediario adquiere el kilo de carne a un precio promedio de Bs 24. Según los datos, el consumo anual en Bolivia es de 290.000 toneladas destinadas al mercado interno, lo que equivale a aproximadamente 24.167 toneladas mensuales.

El intermediario paga al productor un precio base de Bs 24 por kilo, lo que representa un total de Bs 584.008 por 24.167 kilos de carne. Considerando los costos logísticos, que ascienden a Bs 10.000 por el transporte de toda la carga, el costo logístico promedio por kilo sería de Bs 2.5. Si se añade una ganancia de Bs 2 por kilo, el intermediario obtiene una utilidad neta de Bs 48.334 por la venta de 24.167 kilos de carne mensualmente.

Esto implica que el precio referencial para el comercializador o carnicero en el centro de abasto es de Bs 29 por kilo gancho. Sin embargo, en los mercados, el precio ofrecido al comercializador final (carnicero de abasto) por los intermediarios varía entre Bs 32 y Bs 35 por kilo.

La pregunta que surge es: ¿por qué este incremento en los precios por parte del intermediario, considerando que recibe subsidios en carburantes y puede negociar costos como el transporte? Esto genera dudas sobre las razones detrás de los márgenes adicionales aplicados al precio final.

Esta situación pone de manifiesto la urgente necesidad de regular la actividad de los intermediarios, no solo en el caso de la carne de res, sino también en otros productos de consumo masivo en el mercado interno. La gran incógnita es: ¿cómo establecer un control efectivo sobre esta cadena de intermediación para garantizar precios justos?

Además, surge otra preocupación en relación con la libre importación de carburantes: ¿cómo determinar si los intermediarios están utilizando carburantes de libre importación o carburantes subsidiados? Esto es crucial para evitar que, una vez más, el precio del kilo gancho en los centros de abastecimiento se vea afectado. ¿Cómo enfrentar este nuevo fenómeno de mercado y establecer mecanismos de control efectivos?

La única respuesta que, en este momento, se puede aplicar es retomar el control de la cadena de suministros. El Estado regula el precio del productor, el cual se beneficia por diferentes tipos de subsidios, tanto estatales como provenientes de la industria oleaginosa. Además, el Estado controla el precio en el mercado.

Para lograr un control efectivo de la cadena productiva, es fundamental regular a los intermediarios. Para ello, sería necesario establecer un plazo de un mes en el que todos los terciarizadores del país deban obtener una certificación oficial como intermediarios. De este modo, los productores, como en el caso de la carne de res, solo podrán vender su producto a intermediarios certificados.

Esta medida permitiría al Estado monitorear cuánto adquiere cada intermediario, regular los costos de transporte y las ganancias, y, al mismo tiempo, combatir el contrabando.

Además, el Estado podría identificar qué intermediarios adquieren carburante subvencionado o de libre importación. Con esta información, sería posible supervisar un sector que históricamente ha operado sin control, lo que frecuentemente ha derivado en aumentos de precios sin justificación lógica. Cualquier incremento futuro en los costos debería estar respaldado por estudios que analicen su impacto en el costo de vida.

Por qué sería una locura levantar las exportaciones de carne de res

El sector de la carne de res ha atravesado un largo proceso de mejora para obtener los estándares de calidad necesarios para acceder a mercados internacionales. Este proceso incluye la obtención de la certificación de carne libre de aftosa, así como el uso de frigoríficos altamente calificados que cumplen con estrictos estándares de inocuidad. Además, la expansión hacia mercados internacionales ha sido clave para el crecimiento del sector.

El comercio exterior genera divisas, empleo y competitividad en el sector productivo. Frenar las exportaciones desincentivaría la producción y podría llevarnos a depender de carne importada en el futuro.

De enero a septiembre de este año, las ventas al mercado externo ya superaron los registros de 2023. En términos de volumen, se han comercializado casi 36.000 toneladas, y los ingresos recibidos por los comercializadores alcanzan los 144 millones de dólares. Con este ritmo, el volumen de exportaciones superará las 40.000 toneladas, superando fácilmente el cupo de 37.500 toneladas establecido para este año, sin desabastecer el mercado interno como un logro productivo de eficiencia y competitividad.

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