Delitos financieros de Fassil se prevendrían si se tuviera aprobada la ley 280

Delitos financieros de Fassil se prevendrían si se tuviera aprobada la ley 280

Martin Moreira Analista Económico El escándalo financiero que salió a la luz en los últimos días en relación al Banco Fassil es un recordatorio im

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Martin Moreira
Analista Económico

El escándalo financiero que salió a la luz en los últimos días en relación al Banco Fassil es un recordatorio impactante de los problemas persistentes en el sistema bancario. Los informes revelan una serie de desvíos de dinero que involucran a diversas empresas inmobiliarias, como Manzano 40 y Macororó, que era propietario de 15 condominios en la ciudad de Santa Cruz. Estos desvíos de sumas millonarias de préstamos fueron autorizados por los ejecutivos del banco, que ahora se encuentra intervenido.

Uno de los aspectos más preocupantes de este caso es la participación de Santa Cruz Finanzas Group, que casualmente resulta ser uno de los inversionistas del Banco Fassil. Esto plantea serias preguntas sobre la integridad y la transparencia en las transacciones financieras. ¿Cómo es posible que una entidad relacionada con el banco receptor de los préstamos esté involucrada en la inversión de esos fondos? Esta aparente convivencia entre diferentes actores del sistema financiero es alarmante y demuestra que hubo un delito financiero.

Además de los desvíos de dinero, también se ha descubierto movimientos sospechosos en tarjetas de crédito, donde los límites de gasto de 35 mil bolivianos se han excedido hasta alcanzar la asombrosa cifra de 19 millones de bolivianos. Estos delitos financieros fueron permitidos y autorizados por los ejecutivos del Banco Fassil, lo que pone de manifiesto una grave negligencia en la gestión de los recursos y una total falta de responsabilidad hacia los clientes y depositantes.

Es importante destacar que esta situación no se ha vivido en el país desde 1995, cuando el Banco Boliviano Americano (BBA) fue liquidado. El BBA fue el único banco en Bolivia que operó una sociedad offshore, conocida como BBA Internacional Banking Corporation (BBA-I), en las Islas Caimán. Durante los años 90, el BBA también estuvo involucrado en diversas estafas contra sus ahorradores. Después de la quiebra del banco, se tomaron medidas para prohibir este tipo de entidades en el país.

La reciente descripción de los hechos que rodean al Banco Fassil pone de manifiesto la necesidad urgente de contar con el proyecto de Ley 280 de Fortalecimiento a la Lucha Contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas. Esta normativa no solo busca combatir delitos financieros internacionales, sino que también se enmarca en el cumplimiento de recomendaciones y compromisos asumidos por el Estado. Si esta ley hubiera sido aprobada, se habría podido rastrear y actuar con mayor severidad en casos de enriquecimiento ilícito, delitos financieros y apropiación ilegal, como el caso específico de Fassil.

Con una ley de estas características, se habría tenido la capacidad de detectar de manera más eficiente las irregularidades financieras cometidas por esta entidad y se habría podido evidenciar el manejo discrecional de los ahorros de los clientes que confiaron en ella antes de su intervención. Situaciones como esta nos deben hacer reflexionar como bolivianos y nos deben motivar a presionar para que la Ley 280 sea aprobada por la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Esta ley no solo permitiría tener un mayor control social sobre las entidades financieras, sino también sobre los funcionarios públicos y las empresas cuyos capitales no se sabe de dónde provienen, como el caso de Santa Cruz Financial Group (SCFG), que era inversionista del Banco Fassil. Es necesario tener un marco legal sólido que permita prevenir y sancionar este tipo de delitos financieros y asegurar la transparencia en todas las áreas económicas del país.

Es fundamental que las autoridades tomen medidas rápidas y contundentes para investigar a fondo este escándalo y llevar ante la justicia a todos los responsables. Además, se deben implementar reformas y regulaciones más estrictas para fortalecer la integridad del sistema bancario y garantizar la protección de los ahorros de los ciudadanos. La transparencia, la rendición de cuentas y la supervisión que ahora gracias al accionar de la ASFi fue efectiva son elementos esenciales para restaurar la confianza en el sistema financiero y prevenir la repetición de estos episodios en el futuro.

La aprobación de la Ley 280 sería un paso importante en la dirección correcta. Esta ley proporcionaría las herramientas necesarias para detectar y prevenir actividades ilícitas en el ámbito financiero, así como para sancionar de manera efectiva a aquellos que las llevan a cabo. Además, promovería una mayor supervisión y regulación de las entidades financieras y establecería mecanismos de control y transparencia que fortalecerían la confianza de los ciudadanos en el sistema bancario.

Los hechos que rodean al Banco Fassil pone de manifiesto la necesidad urgente de contar con el proyecto de Ley 280 de Fortalecimiento a la Lucha Contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas. Esta normativa no solo busca combatir delitos financieros internacionales, sino que también se enmarca en el cumplimiento de recomendaciones y compromisos asumidos por el Estado. Si esta ley hubiera sido aprobada, se habría podido rastrear y actuar con mayor severidad en casos de enriquecimiento ilícito, delitos financieros y apropiación ilegal, como el caso específico de Fassil.

 

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