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El pasado 14 y 15 de julio de 2021 el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, concluyó con la fase de los diálogos sectoriales y territoriales con miras a la Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios, con la participación de más de 200 representaciones de organizaciones sociales, pueblos indígenas originarios campesinos, académicos, investigaciones, autoridades, donde se resaltó el rol fundamental del Sistema de Producción Alimentario basado en la Agricultura Tradicional y la agroindustria.
Por otro lado, en ese mismo mes por el lapso de dos semanas, alrededor de mil representantes de asociaciones, organizaciones de pequeños y medianos productores, instituciones no gubernamentales, organizaciones eclesiales, colectivos ciudadanos, academia ,gastrónomos, y consumidores convocados por el Movimiento Agroecológico Boliviano (MAB), llevaron a cabo 14 diálogos a nivel nacional sobre sistemas alimentarios; donde identificaron y elaboraron propuestas de acción, hacia sistemas alimentarios agroecológicos.
La diferencia de ambos procesos radican en la naturaleza y propuestas de ambos procesos.
La primera es que la propuesta del Gobierno se trabajó desde la Cancillería boliviana denominándola “Posición País” y desde la sociedad civil se construyó la “Agenda hacia la transición agroecológica de los sistemas alimentarios”.
Pero ¿qué son los sistemas alimentarios y la soberanía alimentaria?
Un sistema alimentario está formado por todos los elementos como el medio ambiente, población, recursos, procesos, instituciones, infraestructuras y actividades relacionadas con la producción, procesamiento, distribución, preparación y consumo de alimentos, así como los resultados de estas actividades en la nutrición y el estado de salud, el crecimiento socioeconómico, la equidad y la sostenibilidad ambiental.
El Estado define a la soberanía alimentaria como el derecho de cada país y sus ciudadanos en las estrategias sostenibles para la producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a una vida sana y nutritiva para toda la población. Esto debe hacerse de una manera coherente, respetando y apoyando las culturas y la diversidad de los sistemas de producción, comercialización, distribución y gestión de las zonas rurales y las regiones en general
Cuadro 1
Enfocar un sistema alimentario desde la seguridad o desde la soberanía alimentaria no es lo mismo. Es por eso que la segunda diferencia es que la Agenda de la sociedad civil se guía por la Soberanía Alimentaria e incluye el enfoque sistémico, de conjuntos y relaciones interdependientes de una complejidad: mientras que la Posición País solo enfoca polaridades entre lo tradicional campesino y la agroindustria.
La Posición País identifica dos principales corrientes dentro los sistemas alimentarios; por un lado, el Sistema de Producción Alimentario basado en la Agricultura Tradicional (SPAAT) compuesto por sistemas de producción y distribución liderados por pequeños agricultores, campesinos e indígenas y redes locales de comercialización y abastecimiento, articulados entorno a unidades productivas familiares y comunitarias; y, por otro lado, el Sistema Alimentario basado en la Agroindustria (SAA).
Sin embargo, para la propuesta de la sociedad civil a la cabeza del MAB, los sistemas alimentarios agroindustriales no son compatibles ni complementarios con los sistemas alimentarios agroecológicos (sistemas alimentarios campesinos e indígenas), por lo que en su propuesta rechazan vehementemente la coexistencia de ambos sistemas, debido a que la agroindustria se basa en la maximización de ganancias económicas a corto plazo para grupos oligárquicos empresariales, convirtiendo a los sistemas alimentarios en un negocio (agronegocio).
También asegura que están caracterizados por paquetes tecnológicos patentados (maquinaria pesada, semillas genéticamente modificadas, agroquímicos, etc.); por la expansión de tierras para monocultivos a costa de bosques, ecosistemas vulnerables y territorios indígenas; además de que su procesamiento es a gran escala y el comercio principalmente es para exportación; y a diferencia de la agroecología, cuentan con un alto apoyo estatal e institucional en subvenciones pese a ser un sistema productivo depredador del medio ambiente y la vida.
“En el mundo globalizado actual, los Sistemas Alimentarios Agroecológicos, que son complementarios a otros sistemas sostenibles, como el indígena y el campesino, tienen escaso soporte institucional y se encuentran marginados por políticas y normativas”, destaca María Julia Jiménez, miembro de la Coordinadora del MAB.
Es por ello que la propuesta de la sociedad civil demanda que la Cumbre Mundial, a desarrollarse el mes de septiembre en Nueva York (EE.UU.), incluya la soberanía alimentaria y la agroecología como ejes transversales de transición hacia sistemas alimentarios que cuiden y regeneren la vida.
“La Agenda (de la sociedad civil) demanda a la Cumbre Mundial, que se incluya a la soberanía alimentaria y la agroecología dentro de sus ejes centrales, mientras que la Posición País demanda a la Cumbre Mundial que el Sistema Alimentario basado en la Agricultura tradicional tenga un rol protagónico”, añade Jiménez.Para María Juliala Agenda de la sociedad civil , puntualiza temas que deben ser atendidos urgentemente, sin lugar a negociación como la ampliación de la frontera agrícola, la producción a gran escala para exportación, los incendios forestales, la producción de biodiesel, la apropiación de tierras comunitarias, la explotación a pueblos indígenas y mujeres, la privatización y patentado de semillas. De esos puntos neurálgicos, el gobierno solo hace, mención a: los organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, los agroquímicos, la deforestación, las importaciones baratas y contrabando.
La Posición País se centra en el sector productivo, por ejemplo, en estrategias de fomento a la diversificación, fortalecer a los productores, sus prácticas y sus conocimientos, dejando en un rol más pasivo al sector de consumidores, quienes reciben educación alimentaria, subsidios o mercados vecinales, pero no participan en la toma de decisiones alimentarias. Jiménez sostiene que la agenda del MAB busca salir de la mirada reduccionista que pone a la producción como centro de los sistemas alimentarios. “Por ello incluye a más sectores, como consumidores, agricultura urbana, intermediarios, comerciantes, y sus formas de relacionarse y organizarse”.
Por otro lado, el Estado propone “nuevos indicadores para incorporar otro sistema alimentario”, que son: la resiliencia socio ecológica (medida por capacidades de adaptación y mitigación, la agro biodiversidad, la organización social y los conocimientos ancestrales); el desempeño ambiental; la pobreza y desigualdad; el derecho a la alimentación; y la soberanía alimentaria. En su ruta crítica sigue el enfoque desarrollista al fomentar la exportación de alimentos desde los sistemas tradicionales.
Por su parte, el MAB no concreta indicadores específicos para los sistemas alimentarios, pero sugiere una propuesta más inclusiva, que es la construcción conjunta de indicadores a través de un Observatorio de la Sociedad Civil, de carácter independiente y funciones como control social, mediante el cual se construirían colectivamente indicadores de todos los Sistemas Alimentarios.
Ambas propuestas se basaron en las cinco vías de acción de la Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios que son: asegurar acceso a comida segura y nutritiva para todos; cambiar a patrones de consumo sostenibles; impulsar una producción positiva para la naturaleza a una escala suficiente: avanzar hacia modos de vida y distribución de valor equitativos; y construir resiliencia a vulnerabilidades shocks y tensiones.
Propuestas de la sociedad civil
Frente a la preocupación respecto a los conflictos de interés que pueden estar presentes en el proceso llevado a cabo por los Gobiernos y Naciones Unidas en la Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios, la sociedad civil, convocada por el MAB de manera independiente trabajó en espacios de diálogo que concluyó en demandas al Estado para generar una “Estrategia de Transición Agroecológica y Regeneración de la Madre Tierra, de forma que los alimentos producidos en Bolivia, para consumo local o exportación, estén limpios, sean saludables, culturalmente adecuados y provenientes de sistemas de vidas armónicos”.
Otra de las propuestas conclusivas de la cumbre independiente es generar estrategias concertadas de abastecimiento para las ciudades, con la articulación y concertación de los distintos actores. “Informar, capacitar y organizar para la articulación de productores Agroecológicos y consumidores conscientes”, dice parte del documento presentado el pasado mes a la cancillería boliviana.
Igualmente propone visibilizar de la vulnerabilidad de las mujeres en los sistemas alimentarios, debido a que este género lleva la sobrecarga laboral de las tareas que se realizan en el hogar, la compra, selección, conservación y preparación de alimentos. Por ello “es importante que se visibilice y se promueva la redistribución de este trabajo, para ayudar a disminuir su vulnerabilidad”, se lee en la quinta conclusión.Del mismo modo se busca restringir y sustituir los alimentos importados y de contrabando que se comercializan en Bolivia.
“Mientras no se controle el ingreso de alimentos que ya se producen en Bolivia, se está contribuyendo a disminuir la capacidad de generación de alimentos, por ello se plantea promover políticas programas y acciones (como campañas) de fomento a la sustitución del consumo de productos importados por alimentos transformados locales, incidiendo activamente para el incremento de sus índices de consumo”, añade el documento.
También resalta la creación de un Observatorio Multiactor desde la sociedad civil como ente que vele por el cumplimento de las políticas y estrategias alimentarias, mismo que debe contar con institucionalidad propia e independiente que articule una red de actores, laboratorios, Centros de Investigación y Universidades para realizar el monitoreo de contaminación de agua, aire, semillas y suelos, y realice el monitoreo de contaminación en la población humana y en los alimentos destinados al consumidor final.
Propuesta gubernamental
Para contribuir a reducir el hambre y a todas las formas de malnutrición y reducir la incidencia de las enfermedades no transmisibles, la propuesta de Gobierno considera necesario establecer lineamientos y mecanismos para promover hábitos alimentarios saludables en la población boliviana, proporcionando las condiciones favorables para el aprovechamiento de la agro biodiversidad local como una fuente de nuevos productos alimenticios con alto valor nutricional y que tienen una clara vinculación con la agroecología.
Pretende llegar a este objetivo mediante el desincentivo de la importación de alimentos altamente y ultra procesados, promoviendo activamente hábitos alimentarios saludables mediante la educación alimentaria nutricional temprana.
Coincidentemente con la propuesta de la sociedad civil, la Posición país considera necesario abordar el desarrollo de los mercados locales e internacionales sobre la base de la generación de estrategias para aprovechar la diversidad e incorporar los alimentos de la agrobiodiversidad local en los programas de contratación pública como desayunos escolares, subsidios, etc.
Asimismo, busca promover hábitos alimentarios alternativos que tengan una perspectiva positiva sobre la salud pública local, el cuidado de los conocimientos tradicionales, el manejo de semillas nativas y la agrobiodiversidad local.
“También es importante abordar la accesibilidad a la tierra, considerando la desigualdad de género y el relegamiento de las mujeres y los jóvenes que fomentan la migración rural. Las tierras colectivas deben ser protegidas, evitando la propiedad individual cuando esto rompe con una adecuada gestión local de la tierra. Además, se debe abordar la migración del campo a la ciudad, más aún debido al hecho de que la pandemia de Covid-19 ha atraído a las poblaciones a regresar a sus comunidades”, dice otra de las propuestas.
Respecto al Sistema Alimentario basado en la Agroindustria, asegura que las mismas están generando crisis ambientales, de salud y estratificación económica y pobreza, asociadas a la uniformización de la producción y del alimento, por lo que sugiere ajustar sus prácticas a partir de la propuesta del Sistema de Producción Alimentario basado en la Agricultura Tradicional, para ir superando aquellas.
Degradación de suelos
En Bolivia, entre el 35% y el 50% de los suelos agrícolas están degradados. Según la FAO, más del 60% de la población “vive y produce en ese entorno de degradación”, mostrando la vulnerabilidad de la población boliviana a la inseguridad alimentaria. La degradación de los suelos se refleja en los bajos rendimientos que caracterizan la producción agrícola del país y en la creciente dependencia de la importación de alimentos, tanto frescos como procesados.
En los últimos diez años, la importación de alimentos tradicionales se incrementó en 54%, según datos del Instituto Nacional de Estadística procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
Actualmente, la producción de alimentos frescos sólo cubre alrededor del 62% de la demanda del mercado interno, mientras que el restante 38% lo cubren las importaciones, de acuerdo a un estudio de Carola Tito Velarde y Fernanda Wanderley.
Según los datos de la FAO, el 70% de los alimentos en el mundo proceden de la agricultura familiar. En el caso de nuestro país, según diversos estudios y estimaciones, como los del Ministerio de Desarrollo Rural de Tierras, la agricultura familiar aporta entre el 40% y el 60% de los alimentos consumidos en el país.
Sin embargo, la producción de alimentos estaría en riesgo ya que casi el 50% de los suelos bolivianos estarían en proceso de desertificación, asegura Fernando Canedo, presidente del MAB y representante de la Plataforma Nacional de Suelos.
“De que soberanía y seguridad alimentaria hablamos si nos estamos quedando sin la base productiva que es el suelo (…) Por eso nosotros venimos promoviendo sistemas distintos, sistemas de policultivo y no monocultivo porque este último depreda y destruye el suelo”, añade Canedo.
También asegura que como plataforma desde hace diez años propusieron a distintas autoridades como los exministros de Desarrollo Rural y Tierras NemesiaAchacollo y César Cocarico respectivamente, e incluso a autoridades del actual gobierno; la Ley de Suelos que pretende proteger, conservar y mejorar los suelos en forma integral y sostenible con los demás recursos naturales, a través de incentivos y de una adecuada planificación.
“Hemos perdido prácticamente las esperanzas de que esto salga porque al parecer el Gobierno no ve como como un tema prioritario el tema de suelos, creo hay otros intereses en el tema de suelos, de tierras específicamente”, puntualiza.
Por ello asegura que desde la Agenda de la sociedad civil se busca la transición hacia la agroecología, debido a que este sistema de producción implica una rotación de cultivos con una coexistencia con organizaciones indígenas originarias y con el medio ambiente.
“Nosotros mediante técnicas hemos estado promoviendo diferentes acciones para que el suelo se mantenga vivo, sano, Un suelo sano nos va a dar un alimento sano y un alimento sano nos va a dar una mejor salud a las personas”, concluye.
Alimentación un tema de todos
La Constitución Política del Estado hace mención explícita a la seguridad y soberanía alimentaria en el artículo 16 inciso II de derechos fundamentales: “El Estado tiene la obligación de garantizar la seguridad alimentaria, a través de una alimentación sana, adecuada y suficiente para toda la población”. Es decir, indicó, “que el derecho a la seguridad y soberanía alimentaria implican, en su núcleo, la prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados que puedan dañar la salud de los bolivianos”.
En el Artículo 407, se menciona que: “Son objetivos de la política de desarrollo rural integral del Estado, en coordinación con las entidades territoriales autónomas y descentralizadas: 1) Garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, priorizando la producción y el consumo de alimentos de origen agropecuario producidos en el territorio boliviano”.
Pese a que existe legislación que vela por la seguridad alimentaria, la realidad es lejana a su cumplimiento.
Es por ello que desde el Movimiento Agroecológico Boliviano (MAB) se exige al Gobierno hacer cumplir lo establecido por la ley para impedir el ingreso de distintos alimentos y que se patrocinen técnicas de producción amigables con el medio ambiente para tener una alimentación sana, limpia, diversa y ecológica.
El MAB también destaca que existe un desincentivo, en especial a los pequeños productores, quien en pleno siglo XXI sigue sopesando con diferentes problemáticas como el acceso a caminos, semillas nativas libres, entre otros.
“Bolivia no solamente es del empresariado cruceño o las grandes transnacionales en el oriente porque parece que nosotros nos estamos convirtiendo en inquilinos de ellos porque paulatinamente se ve la ingente cantidad de quema de bosques para generar el monocultivo”, lamenta Canedo.
Canedo también asegura que los sistemas alimentarios deben ser equitativos, inclusivos, sostenibles y justos, porque el pequeño productor quien tiene que atravesar distintas vicisitudes para traer sus productos hasta los mercados, los compradores le piden rebaja pagando un precio, en muchos casos, por debajo de los gastos de producción.
“Nosotros como bolivianos no le estamos dando el incentivo, preferimos consumir otros productos, deberíamos consumir y preferir lo nuestro (…) no podemos perjudicar a nuestros hermanos productores”, asegura Álvaro Mollinedo, viceministro de Desarrollo Rural y Agropecuario.
La Posición país señala que es crucial considerar la relación entre el precio del alimento y su forma de producción.
Por ejemplo, en los sistemas alimentarios agroindustriales no contemplan en su precio final, los daños al medio ambiente y la salud que genera su forma de producción asociada a la uniformización alimenticia con bajos niveles nutritivos; por otro lado, los productos sostenibles, no reciben réditos justos que consideren su aporte alimenticio que a posterior repercuten en evitar crisis sanitarias debido a ser un potencial para generar respuesta inmune por sus condiciones nutritivas.
“La pandemia nos ha mostrado como las ciudades se han convertido en pequeñas ferias practicando aquello que nos muestra la agroecología que sostiene que son los circuitos cortos los que nos pueden alimentar y no necesariamente las grandes cadenas de supermercados”, dice María Julia Jiménez.
Por otro lado, Fernando Canedo sostiene que en el mercado el producto más barato es el de contrabando y asegura que verificaron de forma objetiva que en muchos países limítrofes de Bolivia hacen la utilización indiscriminada de agrotóxicos y que esto en algún momento dañará la salud de la población al generar alguna enfermedad fatal.
“Las dietas buenas están en manos de poblaciones económicamente posibilitadas y las más pobres se encuentran encapsuladas en dietas altamente procesadas, con contenido calórico alto y sufriendo de subnutrición asociada a la obesidad; es decir, sólo las poblaciones pudientes podrán alimentarse con alimentos sanos”, dice parte del texto de la Propuesta país.
Es entonces que la población en general también cumple un rol fundamental en los sistemas alimentarios, ya que a la hora de ir al mercado a adquirir sus productos alimenticios tiene la responsabilidad de no adquirir productos de contrabando sino locales y pagar un precio justo por ellos.
Red Erbol
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