La Supremacía de las Agencias Calificadoras: ¿Dementores Financieros?

La Supremacía de las Agencias Calificadoras: ¿Dementores Financieros?

Por Martin Moreira En un mundo donde el poder económico y financiero a menudo dicta el rumbo de las naciones, las agencias calificadoras han emergi

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Por Martin Moreira

En un mundo donde el poder económico y financiero a menudo dicta el rumbo de las naciones, las agencias calificadoras han emergido como actores clave en la toma de decisiones globales. Sin embargo, la pregunta que debemos plantearnos es si estas agencias realmente actúan como guardianes imparciales de la estabilidad financiera o si se han convertido en una suerte de «dementores financieros», ejerciendo un control oscuro sobre la economía mundial.

La historia reciente ha demostrado que las calificaciones de riesgo emitidas por agencias como Moody’s y Standard & Poor’s pueden tener un impacto desproporcionado en la percepción de la solidez económica de un país. La desconfianza generada por una rebaja de la calificación puede provocar una espiral negativa, aumentando los costos de financiamiento y debilitando aún más la economía de una nación.

La influencia dominante de Estados Unidos en la determinación de qué países son considerados aptos para recibir apoyo financiero y cuáles no, se encuentra mayormente en manos de sus aliadas: las agencias calificadoras de riesgo Moody, Standard and Poor (S&P) y Fitch. Esta supremacía en la toma de decisiones sobre qué gobiernos y empresas merecen crédito ha tenido un impacto negativo en los procesos democráticos de naciones que luchaban por preservar su autonomía económica. Estos procesos democráticos se han visto saboteados por lo que podríamos comparar con “Dementores”, tal como los describe J.K. Rowling en su obra “Harry Potter”, seres oscuros y etéreos que drenan los recuerdos felices de sus víctimas, sumiéndolas en una profunda tristeza. En términos económicos, estas agencias parecen absorber todas las intenciones de industrialización, desarrollo y diversificación, así como el respeto por el medio ambiente y la mejora de las condiciones de vida de la población e implantan la sumisión de las naciones en deudas insostenibles, inflar sus economías y finalmente, dejarlas estacadas y transferir la deuda a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Según el presidente Luis Arce en su intervención en la XV Cumbre de los BRICS, enfatizó la necesidad crucial de establecer un sistema financiero multipolar capaz de impulsar el desarrollo sostenible de las comunidades.

Este planteamiento surge a raíz de las observaciones reiteradas de Arce, quien ha constatado que la crisis múltiple y sistémica del capitalismo está llegando a su fase final en el mundo unipolar. La construcción de un nuevo orden mundial, que esperamos sea beneficioso para todos los Estados y pueblos del mundo, se ha vuelto inevitable. La crisis multidireccional que enfrenta el planeta, como resultado de la ambición capitalista, lejos de resolverse, se agravará si no se toman medidas de manera urgente. Solamente a través de un multilateralismo fortalecido podremos lograr un mayor diálogo y cooperación en la búsqueda de soluciones a esta crisis. Revitalizar genuinamente el multilateralismo permitirá restablecer la relevancia del derecho internacional y la preservación de la paz con justicia social, además de reconfigurar el frágil orden internacional para hacerlo más plural y sólido.

Este enfoque es especialmente relevante dado el papel pernicioso que desempeñan las agencias calificadoras de riesgo, que son instrumentos utilizados para someter y avanzar en los objetivos de la hegemonía del Norte sobre las naciones del mundo. Su objetivo es que todos dependan de sus decisiones financieras, las cuales buscan únicamente la subyugación de las naciones.

Este poder de las agencias calificadoras se ve amenazado por la entrada de una agencia china que busca competir con las estadounidenses Moody, Standard and Poor (S&P) y Fitch por la supremacía en la evaluación de la solvencia crediticia de gobiernos y empresas.

En su informe más reciente, Dagong no titubeó en rebajar la calificación de Estados Unidos, mejorar la de varios países latinoamericanos y ser más estricta con los países periféricos de la eurozona. Mientras que Moody y Standard and Poor otorgan a EE.UU. una calificación de deuda de máxima calidad y riesgo mínimo, lo que le permite acceder a financiamiento a tasas de interés muy bajas, Dagong redujo su calificación de AA a A debido a la expansión monetaria impulsada por la Reserva Federal estadounidense.

Esta calificación es adecuada porque lo fundamental para la prosperidad de un país radica en su capacidad intrínseca para generar riqueza en un momento dado. Esto difiere de la evaluación de las agencias occidentales, que se centran en la capacidad de un país para financiar su deuda. Por ejemplo, ¿cómo es posible que Estados Unidos tenga una calificación de triple AAA+ cuando en enero de 2023 alcanzó un límite de deuda de 31,4 billones de dólares, lo que lo acercó al borde del colapso financiero si no aumentaba su capacidad de endeudamiento? En ese escenario, el Gobierno de EE.UU. habría tenido dificultades para cumplir con sus obligaciones y podría haber quebrado.

La economía de Estados Unidos está en tan mal estado que incluso una de sus aliadas calificadoras de riesgo, Fitch, redujo la calificación de la deuda de EE. UU. a nivel AA+. Esta decisión se tomó después de señalar que “la economía debilitada enfrenta un exceso de endeudamiento y es muy arriesgado seguir otorgando calificaciones de excelencia”. Esto demuestra que la hegemonía del norte está pasando por su peor crisis económica y parece recurrir a la guerra como un medio para mejorar sus balances públicos y transferir la deuda a sus aliados, en este caso, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Las agencias emiten opiniones altamente subjetivas y carentes de rigor técnico. Su fuerte dependencia de la industria bancaria es el principal obstáculo para la falta de transparencia. Estas agencias formulan juicios basados en compromisos y carecen de parámetros objetivos. Esto explica por qué nunca advirtieron sobre la crisis financiera y llegaron a otorgar la calificación AAA (triple A, la máxima calificación) a las hipotecas basura que finalmente desencadenaron el colapso de Wall Street. Paradójicamente, estas agencias han castigado severamente la calidad crediticia de países como España y Grecia, mientras que han evitado penalizar la deuda de Estados Unidos, que fue el epicentro de la crisis.

En varios países europeos, en los últimos dos años, hemos visto cómo el costo de su deuda se ha duplicado. A nivel mundial, existen más de 100 agencias calificadoras, pero únicamente tres de ellas ejercen una influencia significativa: Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s. Por consiguiente, es crucial que los gobiernos refuercen la supervisión de estas agencias y se aseguren de que sus métodos sean transparentes. Asimismo, deben tomar medidas para prevenir conflictos de interés que puedan comprometer la independencia en cuestiones económicas soberanas, tal como ha sucedido en el caso boliviano.

 

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